sábado, 2 de abril de 2011

Primera Guerra Mundial.

Introducción. La Primera Guerra Mundial fue un acontecimiento bélico internacional, que iniciado en Europa en agosto de 1914, no solo llegó a convertirse en una guerra total sino que trascendió al ámbito mundial cuando intervinieron en él naciones situadas en otros continentes. Por primera ocasión en la historia de la humanidad, una lucha armada incluía países muy alejados geográficamente; además, su evolución y desenlace ocasionaron una secuela de cambios trascendentales que afectaron al mundo entero.

Antecedentes. La Gran Guerra, ocurrida entre 1914 y 1918, tuvo como antecedentes una serie de acontecimientos (económicos, sociales e ideológicos) generados en Europa entre 1871 y 1914, los cuales fueron creando una situación sumamente tensa entre las potencias hegemónicas, al grado de que cualquier circunstancia fortuita podía hacer estallar un conflicto de grandes dimensiones.

Rivalidad Imperialista. Al comenzar el siglo XX, Gran Bretaña había perdido lugar de preponderancia como potencia capitalista por el fuerte crecimiento industrial de Alemania, seguida por Estados Unidos y Japón. Esta nueva rivalidad se a la de otras naciones europeas como Francia, Austria-Hungría, Italia y los Países Bajos, que continuaban desrrollando su capitalismo industrial en espera de alcanzar la mayor porción en el reparto imperialista del mundo. Este crecimiento provocó la existencia de considerables exedentes de producción, intensificando también, la búsqueda de mercados por parte de los Estados industrializados. Esta situacion genera un constante temor de los gobiernos imperialistas ante la amenaza de que les fueran arrebatada las zonas geográficas bajo su influencia. Por esta razón los gobiernos de éstos países decidieron tomar dos medidas: la creación de un sistema de alianzas y el fomento de una industria de guerra.

Sistema de alianzas Propósito: creación de ligas diplomáticas que fortalecieran las relaciones entre potencias capitalistas situadas en posiciones geográficas estratégicas, de modo que se comprometieran a defenderse entre sí en caso de que alguna de ellas fera agredida por alguna de las naciones rivales.

De esta manera, se formaron dos bloques contrarios, los cuales buscaron equilibrarse internamente para protegerse de manera recíproca; uno de esos bloques la Triple Alianza, estaba integrado por Alemania, Austria-Hungría e Italia; y el otro, la Triple Entente, fue compuesto por Gran Bretaña, Francia y Rusia. Este panorama es suficiente para reconocer, desde un punto de vista remoto, la existencia de una situación demasiado tensa que sólo precisa un pretexto para envolver a los países protagonistas de esta trama en una guerra general.




La paz armada. El sistema de alianzas permitió que Europa viviera una etapa de paz relativamente larga, ya que desde 1871, cuando terminó la guerra franco-prusiana, las grandes potencias europeas habían logrado evitar enfrentamientos bélicos, pero al mismo tiempo impulsaban fuertemente el crecimiento y desarrollo de su industria de guerra, situación contradictoria que dió origen a que el período comprendido entre 1871 y 1914 fuera recordado como la etapa de la paz armada.

De esta manera, se dió un notable crecimiento del arsenal de guerra, no solo en lo que se refiere al material bélico, sino a la fabricación de nuevas armas, cada vez más potentes y mortíferas, y de modernos medios de transporte que harían más eficiente la movilización de tropas en caso de u posible enfrentamiento internacional.

















Nacionalismo.


La ideología nacionalista, que adquirió gran fuerza en los primeros años del siglo XIX con motivo de las invasiones napoleónicas, se fue acrecentando en todos los pueblos por diferentes razones. En las naciones imperialistas, los avances tecnológicos y el desarrollo del capitalismo fomentaban entre sus habitantes un orgullo nacional que justificaba la rivalidad con el resto de las potencias, unido a un sentimiento de superioridad hacia los pueblos no industrializados, en la medida en que podían dominarlos e imponerles sus condiciones económicas y políticas.


Entre los pueblos dominados el nacionalismo tomaba formas libertarias, aumentadas por el hecho de ver su territorio hecho presa de la rivalidad imperialista y expuesto a servir de campo de batalla en el caso de un enfrentamiento armado entre las potencias rivales.




Causas


La crisis marroquíes y balcánicas


La atmósfera de paz que Europa vivió entre 1871 y 1914 se limitaba a las relaciones entre las naciones poderosas, ya que en otros territorios cercanos se vivía una crisis política relacionada con la rivalidad imperialista. En esos tiempos, los territorios de Marruecos y los Balcanes, constituían las zonas de mayor fricción en los momentos en que las grandes potencias industriales, principalemnete Inglaterra y Alemania, entablaban una feroz competencia por la búsqueda de nuevos ecursos y mercados.

Pero la crisis de mayor trascendencia, por la influencia directa que tendría en la Gran Guerra europea, fue la ocirrida en los balcanes a partir de octubre de 1908, cuando Austria-Hungría se anexó los territorios de Bosnia y Herzegovina, a los que administraba como colonias desde hacía treinta años. A partir de este acontecimiento las relaciones entre Austria-Hungría y Serbia, se volvieron más tensas, y en Serbia surgieron sociedades secretas formadas por ultranacionalistas que deseaban liberarse del dominio de los Habsburgo y alcanzar la unidad de todos los pueblos eslavos.

En 1912 se constituye la Liga Balcánica conformada por Serbia y Bulgaria, bajo la protección de Rusia, con el doble propósito de prevenir una nueva ocupación por parte de Austria-Hungría y liberar a los pueblos eslavos del sur que todavía estaban bajo el dominio del Imperio Otomano.

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